Semillas de Identidad

Continúa la Incidencia para la valoración de las semillas nativas y criollas

Durante los meses de junio y julio la campaña semillas de identidad, Swissaid y 20 organizaciones continúan trabajando para implementar el plan de incidencia por la protección, conservación, fomento de los sistemas de producción ancestral y las semillas nativas y criollas.

Con este nuevo proceso de incidencia la alianza pretende apoyar y fortalecer aún más el trabajo realizado por las redes de semillas, las casas y custodios de semillas que vienen desarrollando experiencias en las regiones. Por otra parte, la alianza para la incidencia pretende aportar al debate público, la comunicación y la formación para la construcción de una política pública integral respecto del tema. La alianza se plantea a además, el reto de hacer veeduría a los procesos de implementación del acuerdo sobre reforma agraria que se pacto en la Habana.

El trabajo de las redes de semillas por la recuperación, conservación, intercambio y venta de semillas es una acción permanente de incidencia política desde lo local, que se integra a nivel nacional e internacional con otros movimientos y procesos sociales para reclamar los derechos ancestrales sobre las semillas y lograr cambios en las políticas públicas que permitan fortalecer la autonomía territorial de los pequeños productores campesinos, indígenas y afro a través de la construcción participativa de sus planes de vida, en los cuales se promueve lo que expertos ha denominado multifuncionalidad de la economía campesina, la producción de alimentos sanos desde una visión agroecológica, se promuevan los mercados locales agroecológicos y se construya soberanía alimentaria.

La incidencia en políticas públicas está ligada a un entramado de leyes, decretos y resoluciones que son las que regulan diferentes aspectos de las semillas: propiedad, comercio, calidad, producción, siembras, etc. En este sentido las redes de semillas han logrado articular con los movimientos sociales varias acciones como la derogatoria de la resolución 970 (que hacía ilegales las semillas nativas y criollas), la inexequibilidad de la ley 1518 (que aprobaba UPOV91), la modificación de la ley 1032 (en el artículo 306 sobre el concepto de similarmente confundibles), etc. Sin embargo, no se logra un entramado de leyes que protejan, fomenten, promuevan e incentiven el esfuerzo que hacen campesinos, indígenas y afros en la conservación, recuperación, intercambio, venta y mejoramiento de las semillas nativas y criollas.

El trabajo de incidencia en una política pública de semillas debe ser enfocado de manera integral, mirando las necesidades de las comunidades rurales, pero también teniendo en cuenta las dinámicas y desarrollos de la vida moderna. A nuestro entender las políticas de semillas y en general las políticas rurales, se han enfocado solo en fomentar el modelo técnico de revolución verde, el cual bajo el modelo económico neoliberal ha logrado que avance el monopolio del mercado de semillas, alimentos y agroquímicos, con empresas que cooptan el gobierno e imponen leyes que van en contra de la pequeña producción campesina y agroecológica. Es por eso que vemos a los campesinos luchando por un reconocimiento, por la posibilidad de vivir en un territorio, con políticas adecuadas a sus necesidades, lo cual ha sido insistentemente negado por la clase dirigente.

Los movimientos sociales como la Cumbre Agraria Étnica y Popular han definido su estrategia de incidencia política a través de la movilización social para presionar al gobierno a la negociación de sus pretensiones. Esta dinámica, en el contexto de un proceso de paz, fue manejada estratégicamente por el gobierno, pues necesitaba aliados para la negociación con las FARC. Sin embargo, ahora que las negociaciones no son el eje de la discusión, sino su implementación, el gobierno lanza en ristre con gran parte de los acuerdos, pues el modelo no se estaba negociando. Es así que vamos a transitar por un camino tortuoso donde las empresas y gremios de la producción enfilarán sus baterías para lograr que los proyectos de fast track profundicen el modelo de producción neoliberal extractivista, la implementación de la ley zidres y la privatización de la naturaleza y los bienes públicos, cuyo principal escenario está en los territorios rurales donde habitan las comunidades campesinas, indígenas y afro. Somos un país rico, pero esa riqueza es el centro de disputa entre las comunidades y grandes empresas. Una de nuestras grandes riquezas son las semillas nativas y criollas, que habrá que defenderlas desde una visión cultural y económica.

Es necesario que surja esa imaginación de los sectores sociales campesinos, indígenas y afro para replantear su confrontación con el Estado. Hay que ganarse la participación en el gobierno, hacer política con argumentos, aliarse con la sociedad urbana y generar nuevas alternativas de convivencia, de crear nuevos ciudadanos. Hoy las élites tienen el poder heredado y eso tarde o temprano tendrá que cambiar, pero de forma civilizada y sin las armas. Esa es la nueva apuesta en que se encuentra este país. Ese es el cambio que buscamos con las apuestas de incidencia política.

La incidencia en semillas se quiere continuar con acciones concretas, construidas colectivamente entre diferentes organizaciones que están permeadas por los temas rurales, ambientales y del alimento. El proceso de paz debe ser un escenario importante para las acciones de incidencia y por eso es necesario tener presente la manera como se incluyó el tema y cómo podemos hacer de este punto una herramienta importante. El párrafo específico sobre las semillas dice así

La promoción y protección de las semillas nativas y los bancos de semillas para que las comunidades —hombres y mujeres— puedan acceder al material de siembra óptimo y, de manera participativa, contribuyan a su mejoramiento, incorporando sus conocimientos   propios. Además, la estricta regulación socio-ambiental y sanitaria de los transgénicos, propiciando el bien común. Lo anterior en el marco de la obligación inquebrantable del Estado de tomar las medidas y usar las herramientas necesarias para    salvaguardar el  patrimonio genético y la biodiversidad como recursos soberanos de la nación.

Otro escenario importante lo constituye el debate de las organizaciones campesinas, indígenas y afro por el reconocimiento de los derechos de los campesinos, la apuesta por el derecho al territorio con soberanía alimentaria y economía propia. Y no es de menor importancia el proceso que vienen impulsando organizaciones sociales por el reconocimiento y la necesidad de una política pública para la agricultura familiar, la cual se viene discutiendo con la anuencia del gobierno y el apoyo de la FAO por incidencia de movimientos sociales internacionales, lo que hace ver que este fenómeno no es solo de Colombia, sino que obedece a una política global. En este sentido hay que ver los reveses que ha tenido esta política en países que la habían implementado y luego de gobiernos nefastos de ultraderecha han tirado por tierra varios de los logros que se habían obtenido, como por ejemplo en Brasil.

Otro espacio lo constituyen las mismas experiencias gubernamentales a partir del programa semillas que jalona CORPOICA. Es indiscutible que hay un gran número de organizaciones que se han enrutado en la dinámica de la certificación de las semillas bajo la idea de la producción para la exportación y los mercados nacionales. Es necesario comprender el papel de la institucionalidad y la empresa privada en esta dinámica, con el fin de evitar varios efectos previsibles en estos procesos con enfoque de revolución verde: 1) la privatización de las semillas que tienen un potencial productivo interesante para las empresas; 2) el incremento del uso de agroquímicos y semillas transgénicas por cuenta de que prima el interés mercantil; 3) pérdida del control sobre la producción por parte de los agricultores y sus comunidades a los que solo se les ve como socios menores en negocios de grandes empresarios con capital; 4) pérdida del control de las semillas que estarán todas en manos de CORPOICA como único con capacidad para almacenarlas, reproducirlas, distribuirlas y mejorarlas; 5) pérdida de gran biodiversidad local por cuenta de programas que quieren ofrecer una alternativa económica interesada que homogeniza el paisaje y el tipo de producción con un solo tipo de semillas.

El escenario de la ciudad con el alimento es de gran complejidad y será necesario idear estrategias que articulen diferentes sectores como las redes de consumidores, las redes de huertas urbanas, las redes de slow food, las redes de mercados agroecológicos, etc.

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